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No sé cómo pero aún me sorprenden las particularidades de cada región. No sólo entre países como pueden ser España e Italia, sino las que pueden existir entre dos regiones en un mismo país. En Andalucía, cuando quedamos con los amigos para vernos todos y hacer algo, es muy típico comprar un poco de carne entre todos e irnos de barbacoa mientras que en Valencia, según nos ha contado Carolina, lo normal es irte de paella (aunque también se van de barbacoa). Particularidades también en el tipo de música que se escucha en la discoteca, peculiaridades en las fiestas, celebraciones y en el idioma. Prácticamente es otra cultura Española de las que ahora me muero de ganas de conocer y participar. En casa ya tenemos un poco la broma de inventarnos el Valenciá acabando todas las palabras en “et” o en “eta” y el otro día cenamos arroz, que aunque eran en blanco ya sabía diferente, y nos contó mil y una formas de cocinarlo. Estoy deseando probarlos!
El viernes se licenció en Farmacia nuestro amigo Giuseppe en la Università degli studi di Urbino, de donde era nato Rafael, y nos invitó a ir. Aquí se celebra con honores la lectura y discusión e la “Tesis” que deben presentar y defender delante de un tribunal de profesores y en el que, al acto, asiste la familia y amigos.
Llegar a Urbino desde Florencia parece complicado porque, a pesar de estar tan cerca, los Apeninos dificultan la línea recta y lo más sencillo ha sido rodearlos. Hemos tardado alrededor de 6 horas en llegar, un paseo para los viajes a los que estamos acostumbrados Rocío y yo, y en total hemos cogido dos trenes, con retraso obviamente, y un autobús, haciendo las paradas en Bolonia y Pesaro.
Llegamos a pocos minutos de que Peppe le tocara entrar y desentonábamos un poco con las mochilas y tal pero no pudimos llegar antes y Julia nos dijo por teléfono que no importaba. Giuseppe iba con un traje “azzurro presidenzial”, camisa y una corbata morada, engominado como siempre, y con la tesis encuadernada en rojo en la mano. Los padres y Julia también iban muy arreglados y el color que predominaba en el resto era, cómo no, el negro. Todos muy cariñosos nos preguntaron por el viaje y por las dos semanas que llevamos aquí pero como casi era la primera vez que debíamos hablar en todo en italiano no me salían muchas frases. Para más inri en mi vergüenza, me eligieron fotógrafo oficial del evento: era la única persona que estaba de pie recogiendo en imágenes del evento para la posteridad. Y claro está, a pesar de que no se me escapó un momento y aunque digan que son “tutti belle tutti”, se pueden mejorar.
Una vez nombrado “Dottore” salimos fuera del aula y le colocaron un ramo de flores y una corona de laureles adornadas con cintas rojas. Julia nos contó que Peppe bromeaba con que fuera de espinas, por todo lo que le había costado pero, mirándolo bien, sólo ha tardado seis años una carrera que, aquí en Italia, son cuatro y está muy bien.
Rocío y yo nos cambiamos en un momento en su casa y luego fuimos a un aperitivo que ofrecieron en una especie de sociedad privada ciudadana de Urbino, en la plaza, donde recibió los regalos que los familiares y amigos le hicimos. Desde una Cartera Monblant, y una pinza para los billetes pasando por nuestros gemelos y hasta una botella de vino en una caja profesional. Prácticamente regalos de boda para el final de una etapa tan importante en su vida y el comienzo de otra sin nada que envidiar. Toda la familia emocionada.
Después nos quedamos solos con la familia. A los amigos nos los veríamos hasta la noche en la fiesta reservada en la discoteca pero a nosotros nos invitaron también a la cena que hicieron en una granja de Agroturismo. Comimos algo que “no íbamos a comer nunca más en nuestra vida” y que es típico de la región de Uribino en los meses de Octubre, Noviembre y Diciembre: Tartufo (Trufa). Una comida italiana en toda regla en la que sirvieron 15 platos entre “antipasti”, primeros, segundos y postre. Prácticamente todos los platos llevaban el prestigioso manjar fúngico. Un paraíso pero no para nosotros porque creo que nos estábamos reponiendo de una pequeña intoxicación por setas que comimos el martes por la noche, que Carolina y Serget trajeron de los Jardines de Bóboli, y que no sentaron muy bien por las diarreas y tal que tuvo Rocío y el mal cuerpo que tuvimos el resto. Pero no lo íbamos a probar nunca más en nuestra vida y yo no quería desaprovechar.
En la discoteca estuvimos un una parte reservada en la que se paga una brutalidad por botella y éstas venían en bandejas con bengalas y fruta fresca. Un broche genial a un día que difícilmente se volverá a repetir. Me alegro mucho por Peppe y le doy las gracias por la oportunidad que también él y su familia nos ha dado de conocer algo que normalmente siendo simples erasmus hubiera sido difícil que sucediera. Viví con él muy buenos momentos el año que estuvo de Erasmus en Sevilla y aprendí mucho, también de la vida. Para mí es un gran amigo, difícil por las circunstancias, pero que no creo que olvide jamás.
PD: Urbino es, aunque pequeño, precioso. Seguro que fue inspiración para Rafael y lo es hoy en día para todos los que viven allí.
1 comentarios:
hijo...que manera de contar las cosas, que potito todo :D
por cierto, gracias por decir que Rocío ha tenido diarrea...es un tema, que realmente me preocupa...ya que al no hablar tanto con mary por teléfono...en fin...
besitos para el cuentacuentos y para la mojoncilla que te acompaña :D
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